martes, 7 de diciembre de 2010

Alardes

Hay veces que la soledad es tan tremenda,
pero también tan tierna, que no basta para
sentirse solo al caminar por las aceras,
ni hay angustia vasta que apague el creer
que en cada esquina tú darás la vuelta
con tus aleluyas, con algún tímido he vuelto,
con alguna esperanza,

hay veces que mi soledad está tan sola,
tan ocupada con las cosas de a de veras,
que tal vez si llorara se le quitaría la pena o
quizás, pudría ser también, que te olvidara,

entonces vienes tú a la mente erizándome
los verbos, la piel y salándome los dulces
repasos de los tiempos idos en donde
con un poco de alevosía, seamos justos,
aquí te me quedaste,

mi soledad esta completamente sola,
como alimento para un verso
como el titubeo de los párpados cerrados
al querer su luz del día sabiendo
que sencillamente no has vuelto

y entonces sí,
mi soledad esta completa cuando me la compañas
cuando haces en mi mente tremendos alardes
de regresos de a mentiras, cuando no queda saliva,
ni agua, ni siquiera pan del otro día
para que se pase el nudo en la garganta.

Due® 06.12.10

Aquí estoy

con el alma abierta para sujetar tu manos
y detenerte por si acaso alguna secta te detecta
y pretende erigirte en la virgen de su templo,
y no es que tú no lo merezcas, mandarina,
pero no sabrían como yo cual es el rincón
del corazón que más te sienta y en el suyo,
por poca adoración o por descuido,
podría darte frío,
podrían olvidarte,
quizás cerraran la ermita,

con la mano abierta asiéndome a la soga
del badajo que le obligue a la campana a tocar
once campanadas cuando la razón repose,
cuando en un suspiro duerma de cansada
y no te mire,
y crea no sentirte y crea que te hiciste a otra poesía
en otros poemas como se hizo a la mar
el velerito de papel que tiene inscritas
en el casco nuestra historia,
y sepa entender al fin este dolor
de muerte que en un rara argucia,
en una extraña broma,
convocó a la vida para que,
con cariño, con amor, amor,
en ella brevemente, coincidiéramos.

Due® 01.11.10