lunes, 24 de mayo de 2010

Sin pretextos.


se fue porque su hacer no era a mi lado,
me miró, y quiero suponer por no quedar sin ego
que me suspiró al momento de tronar con ansia
los dedos de sus manos y dudó por diez segundos
antes de inaugurar la eterna lejanía
entre mis pasos y su huella,

el ahora todo,
todo el hoy,
todo el mañana crepito en el fuego
de un adiós que ya una vez se había postergado,
que ceguera,
que inocencia Dios,
que enamorado,

partió porque la rosa de sus vientos
no marcaba mi norte a su lado,
ni mi izquierda ni la diestra,
no confío en la palabra
ni le apeteció resolver el misterio
del crujido de mis huesos cuando le miraba,
no le interesó escuchar la historia adelantada
de la cicatriz que en el pecho me nació ése día,
ésa media tarde,
ésa media luz,
ésa media muerte,

levó las velas con el viento de mi amor en busca
de otros puertos,
creo que bien sabía que la profundidad exacta
del abismo de su ombligo no se llenaría
jamás con la borra de mis besos,
ni su espalda lienzo con la cursi charlatanería
de mis versos,

¿entonces para qué hacerse sino a mi lado?
¿para qué el tú y yo grafiteado
en la pared con las letras de la esperanza?
¿para qué esperar que añejos vientos
le ajironaran las sedas de su barca?

su hacer no era amarme y sí dejar que mi pluma
diera fe con metáforas y lánguidos suspiros
su pasado entre mis brazos,
entre emparentados versos de amor y de dolor
que pudiendo ser el pan del día
hoy por nada se me desmigajan,
que lo hiciera con el corazón a tinta suelta,
con la sardónica pasión de la memoria,
con sabor a vida,
con fragmentos de mi alma,
con el perfume aquel que le da al enamoramiento
la tremenda calidad de inocencia
con aroma amor, con aroma de violetas...

Due® 12.5.10

domingo, 23 de mayo de 2010

Encrucijada


cuando todo haya pasado y no corra más el riesgo
de pensar en los hubiera durante la oración
con el café de los mañanas
y al beberlo el café me sepa amargo
como debe ser a tierra y lluvia buena
y para atemperarlo sople fuerte viento claro
y no suspiros largos que no llegan a ninguna parte

cuando doble el papel morada de otro nuevo verso
y lo aviente al cajón desván del sentimiento
y no tome como antes nuevo vuelo
a ninguna esperanza
a ninguna playa
a ninguna s/cima
a ningún ombligo
y a pesar de haberle escrito
el vuelo de campanas
singulares medias lunas
cielos infinitos
dos palabras
que refrescan o confortan
o enamoran o que aterran
y haya puesto en él el corazón
con su ultimo tirón sin falla alguna
y se quede a dormir sin temores
ni ansiedad allá en el archivo

cuando todo haya pasado
y el tic tac del desamparo
sea sólo el ritmo anticipado
de un prosaico nuevo encargo
de ésos que guarda la vida
y el riesgo sea la encrucijada
camuflada en verde o rojo
y la oportunidad de acertar o de fallar
no esté en el alma y sí en mis manos

elevaré una oración al cielo…a mi cielo
por el amor que sin querer
nos olvidamos de regarlo
y se incendio haciéndome
entender mucho después
que cuando juntos estuvimos
sólo fuimos sin saberlo...piel de humo.


Due® 9.5.10

Pluma.

qué les digo si se enredan
entre hipo y dolores y no atinan a escribir
ni esas dos palabras juntas
que recuerden lo que aún te siento

son mis tercos dedos corazón
que al contacto con la pluma
divagan entre el acre sentimiento
de la ausencia de tu espalda lienzo
y el terciopelo
de la delgadez extrema de su cuerpo

qué les digo amor si antes de escribir
el medio se le monta
al índice en señal de buena esperanza,
de que vengas,
de que la piedad exista,
de que Dios reparta suerte
y ahora sí me toque algo,

qué les digo si al tener la pluma
cerca se santiguan,
hacen la señal de una cruz,
con intención de que salga un verso
que te llegue al corazón,
o cuando menos a tus ojos por correo,

qué puedo mentirles si conocen bien la pluma
y saben que es la misma -y te extrañan-
que con ella se escribió de ti sobre tu piel toda la poesía
saben a cabalidad completa
que es la misma que corté
de las alas de tu espalda
ángel de la luz,
lejanísimo lucero.


Due® 22.05.10

viernes, 21 de mayo de 2010

Tanto tanto...

era yo pecando de soberbia
al creer que querías empeñar
tu esfuerzo al caminar
a un lado de mi vera,

yo que loco enamorado
me atreví a pronosticar
que en cualquier mañana o tarde
podría adivinarte en la palma de mi mano
y que en ella se leía que el para siempre
no cejaba en el esfuerzo adecuado
de hacer bien su trabajo,
y que nuestro pacto se cumplía,

y que la distancia que naciera entre los dos
sí era eterna, pero se medía sólo
desde tu aliento hasta mis labios,

y la vida no se detenía
pues ella siempre ocupada lleva prisa,
y rápido se nos pasaba
con sus malas, con sus buenas
y con sus mejores,

y fugaces como todos somos
terminábamos juntos en polvo,
pero en polvo en los ojos de los ángeles
que en un ataque de melancolía
no se contenían
y al sentir que el desamparo
les aguijoneaba en los lagrimales
nos llovían de nuevo a los valles,
a la mar en calma,
a la humedad de nuestras sábanas,
al musgo de la piedra sobre tu librero,
a las calles de ésa tu ciudad
que entre mis versos te fundé aquel día
que en un triste desatino no supiste esperarte
y te me fuiste junto al viento
que aún no lo comprende
y te suspira consternado,

era yo amor que te quería a mi lado
para definirle al mundo el sentido
del amor y del pecado,
que locura,
que soberbia,
cuanto tanto enamorado…

Due® 21.05.10

miércoles, 5 de mayo de 2010

Acaso…


fuimos uno y sólo uno en el mismo espejo,
en la misma cama,
con las mismas ganas
soñadores artífices de sueños,
infractores de la ley que habla
de que dos materias en un mismo tiempo
es imposible que se encuentren en el mismo espacio

somos carne escrita en la esquina del papel,
piel y huesos escondidos
en el blancos vórtice del humo del tabaco,
yemas de los dedos locos sin conciencia
que escriben día a día nuestra historia
con la única intención de que tu futuro
descanse en paz sin perturbarse nunca
por tratar de entender nuestro pasado,

somos letra casi muerta encerrada
entre el titulo y el fin portada y pasta
del paradójico ataúd de tu poemario,
en la letra sin canción y sin frazada
de las once campanadas
disfrazadas del nostálgico llamado a la misa,

letra como fuego fatuo que no inflama,
acaso sólo algo, acaso sólo humo,
acaso casi luz de dos fantasmas
penando la distancia entre dos palabras
que se nos murieron de gastadas…

Due® 5.5.10

Hasta la vista...


Se trataba de que a ti la vida te había enseñado
el juego de las idas y venidas
y por ello no te resistías a los guiños
que te hacían tus nuevas playas, y te ibas,

de que tú tenías tan fino el oído que morías
cuando no le respondías con bailes locos
a los cantos imaginarios de sirenas inventadas
y para no morir partías, que alzabas el vuelo
con tus dudas en la bolsa del mandado,
y de nuevo regresabas cargada de manzanas,

de que tú izabas las velas para hacerte en la piel
mapas de tesoros que siempre se borraban
con agua blanca calentada con las brazas
del amor a pierna suelta,
antes y después, de hacerle carnavales a la fiesta del rencuentro,

se trataba de que te sentaba en mis piernas
para escucharte atento cada nuevo cuento
y después de oírte te cerraba los labios con un dedo
y sonriendo entre los dos a solas y en silencio
les poníamos dos puntos mas enfrente
del punto que tú, cuando te ibas a los juegos de la vida,
te creías que escribías como punto terminal,

se trataba de que cuando regresabas
el toc toc del corazón me despertaba de mis sueños
y entre verso amor y beso
secaba yo tu llanto con el filo de un pañuelo blanco
nos amábamos lo necesario,
y con cariño de nuevo nos decíamos;
la vida es un juego, de nuevo hasta la vista... 26 diciembre09

domingo, 2 de mayo de 2010

Éramos…


era la luz de aquella media tarde
que celosa de la luz de tu mirada se escondió
cual tímida aprendiz
entre la persiana y la ventana
-lo sé amor-
husmeaba extraviada en el delirio
de su propia ingenuidad
y nos miraba
y ardía de celos
de la oscuridad que nos rodeaba,

era el viento de ésa habitación
-no lo dudes-
mi aliento crispándote los poros
y el aroma a manzanilla que aún respiro
-después de mí, de ti y de todo-
el tuyo sacudiéndome del cuerpo el alma
que miraba desde el cielo raso con ventaja
como le inventábamos al amor el sexo
y yo a ti lucero como religión de mis desvelos,

eras tú mi cielo y la tormenta de tu pelo crespo
bañándote los hombros,
era yo y mi mirada y nada más sobre tu cuerpo,
éramos nosotros haciéndonos el universo.

Due® 2.5.10