
era la luz de aquella media tarde
que celosa de la luz de tu mirada se escondió
cual tímida aprendiz
entre la persiana y la ventana
-lo sé amor-
husmeaba extraviada en el delirio
de su propia ingenuidad
y nos miraba
y ardía de celos
de la oscuridad que nos rodeaba,
era el viento de ésa habitación
-no lo dudes-
mi aliento crispándote los poros
y el aroma a manzanilla que aún respiro
-después de mí, de ti y de todo-
el tuyo sacudiéndome del cuerpo el alma
que miraba desde el cielo raso con ventaja
como le inventábamos al amor el sexo
y yo a ti lucero como religión de mis desvelos,
eras tú mi cielo y la tormenta de tu pelo crespo
bañándote los hombros,
era yo y mi mirada y nada más sobre tu cuerpo,
éramos nosotros haciéndonos el universo.
Due® 2.5.10
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