
la lluvia de la tarde reposa sobre el pavimento
del oleaje de recuerdos donde aparcan los veleros
de papel itinerante con su cargamento de amor en verso
y
aunque baja en calma forma toda una mar de ruido
-tic,tic,tic-
que se regodea en el sabotaje de las esperanzas
impera tu silencio
y
los ecos se desbordan impidiendo delatar el llanto
de la negación del viento por acariciar la velas
y
el tiempo para, se ahoga en los sollozos
de la caracola rosa donde te guardé
aquéllos los susurros que me regalaste
al entrar y entrar y al no salirte aún de la antecama
y
lo sé
hay momentos en que claudicar es utopía
y
se cae ahogada la mirada
y
se seca la sonrisa y el recuerdo de la medialuna
y
las diez y diez de los mañanas
se acogen mudos al terror que el tiempo sufre
al saberse eternamente liado a la carátula
y
las palomas de humo regresan a su nido
mirando apenadas hacia el suelo,
cerrando el pico y sufriendo en plumas y alas
por la falta de algún mensaje tuyo
que le diga a los veleros
que ya es tiempo de levar las anclas.
Due® 6.7.10
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