martes, 8 de junio de 2010

Mañana...


Ayer me dolió tu andar de piernas largas,
tu caminar sobre la misma vera en donde
tu propia huella hundía tus pasos,
me ardieron muy cabron los brillo
de las luces de tu cuadra,
los vientos de tu calle,
el crujir del oxido de la cortina al cerrarla
y los carajos mudos que cargabas en la espalda,

el verte a solas confundido caminar
a lo incierto de los sueños que te esperaban
para espiarte en algún rincón de tu almohada,

-qué soñaste,
qué escuchaste,
cuántos ojos te miraron-

quizás ayer el embrollado era yo
que me atreví a mirar de tu pasado
el enredo de la negra seda
que te asfixiaba cual encierro,
cual paredes sin ventanas
con barrotes de fantasmas,
cual lóbrego capullo atrás del dintel
olvidado en la esperanza,

me doliste porque sé en carne y hueso
lo que duelen las manos que se ampollan
cuando al asirse de la nada
uno jala de un tirón cuerpo y alma y nada pasa,
porque sé como se agrieta el espíritu
cuando se extraña el jalón,
el fuego en la garganta,
el humo del vapor que oculta el valor
que se requiere para izar al viento
las banderas del no más, y nada pasa,

me doliste de admiración y orgullo
porque sé en alma viva lo que duele
levantar nuevos cimientos,
lo que cuesta del asfalto alzar hueso y pellejo,
lo que duele esperar con calma, el mañana.


Due® 6.6.10
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