En ocasiones los sentimientos son como papeles, papeles que se incendian con una mirada, papeles que sirven de secantes a las mejillas, papeles importantes que vuelan cuando más importantes son con fuertes suspiros al abrirse cual portafolios en la intemperie de la inocencia. O sencillamente se vuelven Papeles en el Cajón de los recuerdos y se guardan como remedios, sólo por si acaso, en una de esas, la nostalgia nos apuñala los versos del corazón.
martes, 20 de abril de 2010
No comprende.
pasan cosa por la vida
que no comprende ni la vida misma,
una palabra a destiempo,
una sardónica sonrisa que debiera ser un guiño,
un abrazo, diez segundos, dos palmadas en la espalda,
un adiós y Dios quiera que sea la única mentira,
palomas mensajeras con humo entre las alas,
pasa vida por las cosas que uno no comprende
pues se quedan fijas
-ay, tan fijas-
como el brillo de mis ojos en los tuyos
que ahora sólo se refleja en los espejos
cuando estoy a solas e imagino tus luceros fijos
en mis ojos cual pintura bella enmarcada
por el alma aún enamorada,
pasan cosas vida, y pasa apenas vida
por lo que se siente un alma desdichada,
uñas por la piel que enroscan besos olvidados
intentando borrar aquel te amo
que en tu locura pasajera de mi vida
escribiste en el lado izquierdo de mi pecho
y que hieren en los mañanas corazón,
duelen a que tú no vuelves,
y la cruz que cargo por tu ausencia
en el alma vida sería vil si no supiera que tú vida,
que tú alma, que una parte de tu vida
y de tu alma se quedaron como hacienda
en la parte de mis sueños que saben que existes,
y en la eternidad de mis recuerdos
que viven abrazados a ti amor, a mí alma,
y aquí en la parte de mi pecho donde vive tu adiós
al que no le encuentro explicación
ni reinventándote en mis versos,
ni en las cosas de la vida, ni en la vida.
Due® 20.4.10
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2 comentarios:
Y esa vida nos desorienta con sus vaivenes, sin imaginar siquiera que a veces nos encontramos detenidos en otro tiempo, a la espera de esos ojos que reflejan atardeceres en la memoria, de recuerdos que se enhebran en las calles, en las chimeneas de calor bien íntimo donde el sol planta sus últimos cordones dorados que se llevan luego las gaviotas.
Llevamos todo el peso de la ausencia en los ojos, evocando la ternura de ese libro que aprendimos a leer en el cuerpo del ser amado…
Y la vida sigue transcurriendo y nos obliga a cosechar esa nostalgia que se anidó en nuestra alma, como un veneno letal que nos derrite la piel de los sentidos.
Y seguimos, aquí estamos, sigamos pues adelante con la vida que “siempre” se reserva un as en la manga para sorprendernos y permitirnos volver a sonreir.
Un poema más, maravilloso. Un beso Francisco
Flor
Un monumento a la nostalgia es tu poema Francisco, tanto, que resulta en ocasiones angustiante por lo profundo que se siente. Un abrazo.
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