lunes, 22 de noviembre de 2010

Antojos.

Que manía esa de la luna
de salir completa sobre los hombros
de los árboles tatuados con tu nombre,
enredada entre los cables sobre los tejados
de las bajas casas y las calles que nunca caminamos,
coloradita como si aún tuviera pena
que de cuando en cuando te la dedicara,
y a solas te la siga dedicando,
que extravagancia esta de mi negro cielo
que tal vez como remedio la arropa
cual si el frío le pegara en las mejillas
hasta apenarla nuevamente
y cambiar su faz a blanco perla
que tanto me recuerda los vírgenes papeles
en donde escribo lo que nunca lees
y tus uñas que comías como el antojo del antojo
de cerrar los labios para no decirme nada .

Que manía la mía de de seguir sentándome
a fumar ideas en el quicio de la puerta,
mirando el viento,
mirando nada, acaso el recuerdo,
mirando tus ojos en la cara bella de la luna,
comprendiendo que no importa la distancia,
sabiendo en la piel que aún en mí conservas
esa tu manía tan fiera, pero aún tan tierna
que siempre tuviste de hacer,
que mire lo que mire, por ti, me truene los dedos.

Due® 21.11.10

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