sábado, 13 de noviembre de 2010

Rota.

¡Ah!, cuanta añoranza. El árbol mutilado
justo en el centro donde la corteza había
anidado para que crecieran algunas iniciales,
el desbarajuste de las emociones cuando distraída
en lo distante suena una arcaica melodía casi, casi olvidada,
el aroma de otra sopa que recuerda a una abuela
que apagó la estufa, metió en las maletas el aliento
que entibiaba el pan cocido en el hogar de la familia
y que tomó sus vacaciones vitalicias hace un lustro
¿o fueron hace dos melancolías?
el color del horizonte mandarina ahorcado en la mirada,
una luna, una media luna, una ausencia negra noche
recordada a las velas de la esperanza. Una calle rota,
una parte de la vida rota, tu presencia rota y saber
con cabalística certeza que mi nostalgia es mas sencilla
pero más severa, y más madura, más perversa,
y que llegó de tu partida enconándose en el desamparo
como si tuviera el corazón tan indulgente como para
no empañarme la mirada cada media tarde al recordar
de ti bellas trivialidades, o tu paso corazón, tu paso.

Due® 4.11.10

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