martes, 20 de abril de 2010

y callar


cómo no perderme en el cielo crespo de tu pelo
para enredar mis dedos con mis miedos
e inhalar tu aliento y, callar,
y tragarme mis palabras
que se quiebran por decirte cuanto te deseo
cual si fuera una plegaria,
un sueño,
un último rezo,

cómo no extender con discreción mis manos
y en aquello que tú sientas como abrazo
transmitir las lindes de tu espalda,
las plumas de tus alas,
los tropezones de tus vértebras
al lugar de mi alma donde atesoro los recuerdos,

y callar, y esconder la pena de sentir a flor de labio
el aroma harto de calor de tu aliento
cuando dices; hola,cielo,
fuego o hierba y me incendia un fuego de artificio
que me dura un día, una noche,
y la ansiedad de repetirlo mientras extravío la mirada
en las tardes húmedas de lluvia
dibujando tu sonrisa en la ventana,

cómo explicarme que no me es permitido
como ser mundano ni tocar tu mano,
ni insistir con suspiros como cantos
que sé sonarían profanos,
ni siquiera me es dado que mi alma
te declame un verso
o sople mis angustias en tu nuca,
ni allanar tu santidad de ser alado
sin perderme para siempre
en la inmensidad de tu mirada.

Due® 20.4.10

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu nostalgia traspasa la pantalla y por respeto a tus sentimientos, todo lo que se agregue empañaría la belleza natural del poema.
A veces, como ahora, lo mejor es guardar silencio y respirar tu esencia. Extraordinario poema. Un cálido abrazo Francisco

Flor

José Antonio Fernández dijo...

Gran poema, muy de tu estilo.
Un placer pasar y disfrutar de su lectura.
Un abrazo, Francisco.

Clara Schoenborn dijo...

Tus poemas siempre tienen esa magia especial que los planta justo en medio del corazón. Pocos escritores lo logran, eso se debe a tu arte. Un abrazo.