miércoles, 14 de abril de 2010

Dicen…


que la mar de tu mirada verde se extravió
entre tantos miramientos que buscaban
estrellas y flores atrás de la caracola rosa
en donde encerré para tu alma la oración
de los mañanas que murmura el viento
al que le enseñé amoroso a recitar tu nombre,

que la perdiste como a las arenas de tus playas
que se te escondieron minúsculas como eran
entre los pasos de tus pies menudos y que nunca
encontraste entre tanta búsqueda la cruz del mapa
del tesoro que entre nubes de falsas ilusiones
nunca viste que por ti clavada estaba en mi pecho,

que se te ahogaba entre tanto llanto seco cuando
creías haber encontrado algo que valía la pena
y la vida te bromeaba dando una vuelta pequeñita
y lo que creías que valía eran solo penas sin caricias
ni palabras para tu alma y las cenizas de mis versos
no prendían, no ardían, no iluminaban tu aliento,

hablan de oídas pero nada saben, cuentan con envidia
de lo que jamás tuvieron, dicen lo que inventan
porque nunca vieron que en el agua de mis ojos
aún navegas, que perteneces al ritmo de mi pecho,
a cada uno de mis sueños y desvelos, a mi piel y carne,
a mis huesos, a mi aliento y a las letras de mis versos
en donde dicen con verdad que te rezo en cada madrugada.

Due® 14.4.10

1 comentario:

José Antonio Fernández dijo...

Muy sentido. Esa búsqueda, esa nostalgia...
Un placer, amigo.