martes, 2 de febrero de 2010

Ganas


que ganas de apilar lo tuyo
frente a la hoguera de los sacrificios
y sin ceremonias ir alimentando al fuego
con tus dudas, idas y venidas

y que tus palabras que aún laceran
mis recuerdos crepiten en el aire

y poner las palmas de mis manos
frente al fuego a ver
si se derriten las caricias que ahora creo
que le sobran a mis dedos

y olvidarme que hogar se significa con hoguera
con promesas y cimientos que soportan
fuego
viento
lluvia, todo menos al desprecio

y soltar al fuego los lastres que me saben a recuerdos
y tostar sin miramientos mis retinas
que no olvidan que aquí frente a mí estuviste

y quemar tu olvido y tu recuerdo tal como
al amor que aún te tengo; a fuego lento
y mirar el humo,
y suspirar de nuevo,
y dejar que te escurras
de mi vida junto al viento

y respirar de nuevo y mirar cercanos horizontes,
y si ha de haber llanto que valgan la pena
pero hacerle caso a las ganas
y cambiar de piel,
y olvidar que en ella escribiste
en todas direcciones te amo

y quemar también las justificaciones
que le hago a tu partida,
y salir de aquí y caminar a otras plazas
a buscar en otros campanarios
las notas que olvidaste en mi sino
y cuando suenan duelen a badajo

y si vuelves que me encuentres bien
y de lujo si te quedas a mi vera
y si me preguntas; qué hice con las ganas
responderte… amor les hice caso
sólo eran ganas de enamorado


Due® 2.2.09

1 comentario:

José Antonio Fernández dijo...

Como una canción.
Muy buena lectura.