martes, 23 de marzo de 2010

Mi tiempo


tenía el tiempo para amarte,
pero no el tiempo del reloj
que se escurre como el agua,
ni el del papel del calendario
que se empolva tras la puerta
lo menos cada veintinueve días,

esos tiempos, amor, son para los apresurados,
para oficinistas,
para gente seria o profetas de muy mal agüero,

y tú sabes que yo soy de aquellos
que con amor o sin amor aún sueñan

el que yo tenía para ti era el tiempo
entero para filosofía sobre tu vientre
de la longitud y la profundidad
completa de tu ombligo,
el tiempo entero para dividirlo en dos
y multiplicar las manos y sembrar
en el jardín el nuevo tiempo,
el tiempo indispensable para amarte en calma,

y esperar, esperar, esperar contigo a mi lado
hasta que de él recogiéramos pan como cosecha

y tú tan joven
tan enferma de esperanzas,
tan de vida contagiada,
tan exageradamente eterna,
tan de prisa con las prisas,
sin reloj, sin hambre,
sin mirar jamás las hojas de mi calendario,

y yo con tiempo atando los veleros
a tu puerto para recorrer todos los mares,
con el tiempo justo para dibujar
tu nombre más de siete veces en paredes,
en el viento con bolitas de humo,
en las nubes
y en las nieves cuando tu mirada
de aceituna volteara a otro lado

y tú con tiempo, tiempo libre
para irte de sueños a tus playas
y tanto más para olvidar
que yo tenía para ti... todo mi tiempo..


Due® 17.1.10

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y sin embargo se escurren los días y sus horas como si el tiempo fuera apenas un puñado de agua entre las manos y no llegamos a darnos cuenta, que el hoy, ya es pasado y el futuro es tan largo y ancho como el infinito.

De eso se trata vivir, de llegar, pero llegar a tiempo y no dejar de intentar ser eternos en el alma de quien amamos.

Qué lindo encontrarte otra vez Francisco...espero no dejes de regar tu tiempo en tus letras, de ellas florecen miradas como las mías...que siempre tienen tiempo para leerte.

Un beso