domingo, 21 de marzo de 2010

Heredarte


eran los tiempos del olor a lápiz,
de tu aroma, de tu nombre y el mío
y corazones y rosas sangrantes en las hojas del cuaderno,
eran tiempos en que el barrio era el universo
y nuestra esquina el mundo para vernos,

éramos tú y yo y los suspiros a pecho abierto
que cortaban una vez si,
y otra también, todo,todo el aliento,

del viento desprendiendo polvitos de hadas de tu pelo
y que linda cuando con mi mano ensortijaba tus cabellos,
y que bello, creo que no lo sabes,
con esos polvitos aún ahora me concilio el sueño,

eran los tiempos de los cielos con estrellas a la mano,
de paredes descascarapeladas con acné rozado,
de los sueños y las pesadillas en el cielo rasó,
de las fachas de la moda al descubierto,
era el tiempo de la fiebre de oro de tu piel
y de esconder la vista en tu escote cuando había,
y cuando no, inventarlo y perder la vista,

eran noches con sus días dedicados
al lunar arriba de tu rodilla cuarta y media
y media cuarta debajo de tu falda,

del escaso rimel, de pestañas junto a tu retrato,
de soñar elucubrando y beber las pócimas del para siempre,
eran días viviendo en los infiernos completamente excomulgados,
y de Dios porqué no llega, Dios porqué se está tardando,

eran tiempos de enojos rudos que se remojaban en agüita de limón
y los más amargos, tenían sabor a dulce caramelo,

eran los tiempos del olor a lápiz, de cuadernos bajo el brazo,
del suéter amarrando al cuerpo las caderas escurridas de post niño,
en los sueños de pre adulto,
eran tiempos de soñar en heredarte, con el tiempo,
el apellido de mi padre.

Due® 21.3.10

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En esos tiempos, el universo era una fruta que podía devorarse en un segundo.
Todo podíamos lograr, aún lo imposible…Estábamos escandalosamente vivos y frescos y sensibles. Éramos todo…el país del primer amor, de pieles oliendo a jazmines, del juego eterno donde no cabía la muerte, ni los adioses…aunque el “después” nos sorprendió con un simple parpadear.

Tu poema fue un hermoso paseo por esas callecitas donde la ternura se conjugaba a pleno sol y éramos los reyes de la estación de los jardines.
Extraordinario escrito, un beso Francisco.

José Antonio Fernández dijo...

Me ha encantado. Una muy bonita forma de expresar esos tiempos ya vividos, tan inocentes, la verdad es que esomnunca se olvida.
Me quedo con esto: "eran tiempos en que el barrio era el universo
y nuestra esquina el mundo para vernos"
¿Se puede decir mejor?
Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

...Y?
Estoy esperando tu próximo poema.
Ya leí los márgenes de la pantalla...así que vamos...escribiendo....beso