jueves, 25 de marzo de 2010

Rezos


A once mil besos luz de tu aliento manzanilla
estoy renombrando algunas cosas del mundo
que detrás de ti dejaste, es capricho amor,
cosas que se hacen por hacer, nunca miserable olvido,

y ¿sabes mar de mis recuerdos? no es tan grave,
es como sentarse a mirar la mar con la esperanza
de que sea mar lo que se mira y no miradas verdes y en calma

al techo andamiaje de ángeles que se negaron a madurarse
en mi poesía le nombro ahora cielo y así resumo cielo,
en él lo que aún de tu partida no comprendo,

a la luna, de tu sonrisa espejo, dueña de los insomnios
de mis sueños le nombro luna, pues no me imagino
las mudas madrugadas sin mirarte luna, en mis sueños

las cosas que no son de éste mundo, es decir,
al café de mis mañanas, al reloj que cumple a perpetua
su sentencia de marcar las diez y diez de la esperanza,
a la banca del jardín de alguna plaza donde se venden
poemarios de poetas de a de veras, a la iglesia
que en domingo al abrir el monaguillo le cuelga un letrero
en busca de un nuevo campanero,

a esas cosas que están a tantos besos luz de tu aliento
las llamo con cariño como a ti, en cada uno de mis rezos.


Due® 25.3.10

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué habilidad para ir dejando jirones de esperanza enganchados en el aire del siempre.
Tu poema es como la caricia que se quedó detenida a mitad del vuelo, es ese gesto chiquito, ese sencillo gesto de ternura que viene tan bien antes de que llegue el lunes, junto al primer silencio de la semana.

Hermoso leerte Francisco, un beso.